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¿Cómo reacciona tu cuerpo a un entrenamiento en pleno verano?

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Para un Atleta, el verano puede ser una estación potencialmente difícil para entrenar, pero tampoco es algo imposible. Según explica Christian Soetebier, especialista en entrenamiento, nuestro cuerpo tiene algunos mecanismos inteligentes para afrontar el calor... hasta cierto punto.

¿Cómo afecta el ejercicio físico a la temperatura corporal?

Para preservar nuestro equilibrio bioquímico, nuestra temperatura corporal se mantiene estable entre 36,1 °C y 37,2 °C (97 °F y 99 °F). Esto se controla a través de receptores y se regula a través del hipotálamo que está en el cerebro.

Cuando los músculos se contraen al hacer ejercicio, la mayor parte de la energía que necesitamos para esto se disipa en forma de calor. Así que, según el volumen de entrenamiento, hacer esfuerzo físico puede provocar una reacción metabólica y así aumentar la temperatura corporal.

Por ejemplo, cuando se realiza un entrenamiento HIIT al 80-90% de VO2máx (consumo máximo de oxígeno), la temperatura corporal puede aumentar 1 °C cada 5-8 minutos. Sin embargo, el cuerpo dispone de un mecanismo inteligente que previene el sobrecalentamiento: ¡el sudor!

¿Por qué sudamos?

Cuando el hipotálamo detecta un aumento potencial en la temperatura corporal, el flujo sanguíneo que va a la piel y a los músculos aumenta y el agua se dirige a las glándulas sudoríparas. Poco después, el sudor empieza a recubrir la piel. El agua empieza entonces a evaporarse, enfriando la piel.

Esta reacción metabólica se optimiza a medida que se entrena más y más, especialmente a niveles más altos de temperatura y de humedad. Esto lleva a una mayor producción de sudor (en comparación con un no deportista) que facilita niveles de rendimiento más altos, incluso durante entrenamientos extenuantes de HIIT en condiciones de calor. ¡Pero ten cuidado! Cuanto más sudas, también pierdes más agua y corres el riesgo de deshidratarte.

Deshidratación

Según la estadística ya conocida, nuestro cuerpo se compone en un 70% de agua. Sin embargo, en realidad, este porcentaje varía considerablemente en función de nuestra composición corporal y tenderá a situarse entre el 50% y el 80%.

A pesar de lo que puedas pensar, la deshidratación es en realidad un estado muy difícil de alcanzar para un atleta; es más probable que solo tengas sed y que el simple hecho de concentrarte en esta situación dificulte tu rendimiento. En lugar de preocuparte por la deshidratación, simplemente bebe cuando lo necesites. En realidad, un nivel bajo de deshidratación podría ser incluso beneficioso para el rendimiento, ya que reduce el peso del cuerpo, pero esto es algo que se debe controlar con atención.

Los efectos mentales del calor y el cansancio

Sin embargo, el sudor y la deshidratación son solo una cara de la moneda: entrenar cuando hace calor también tiene consecuencias psicológicas. Hacer ejercicio de alta intensidad (por ejemplo, una sesión de HIIT) significa que el cuerpo sufrirá al menos algo de deshidratación e hipertermia, además del cansancio ya esperado. Esto desafiará tu fuerza de voluntad mucho más de lo habitual, por lo que deberás planear un entrenamiento con menos intensidad en comparación con los entrenamientos de temperaturas más moderadas.

Resumamos:

Entrenar al aire libre en pleno verano puede ser un poco más duro para el cuerpo que hacer ejercicio en un gimnasio con aire acondicionado. El entrenamiento de alta intensidad bajo el sol llevará al cuerpo a límites tanto fisiológicos como psicológicos, pero si se toman las precauciones correctas, no hay razón para evitar este desafío.