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Piensa antes de celebrar

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Aquí te mostramos una estadística difícil de digerir: ¿Sabías que un estadounidense gana de media entre 1 ½ y 2 ½ kgs desde el Día de Acción de Gracias hasta Año Nuevo? Claro, a todos nos encanta una fiesta y si no puedes disfrutar de una buena comida en los días especiales, ¿cuándo lo harás? Pero este año, antes de trinchar el pavo y partir el pan, párate por un momento y piensa en tu estómago. Mientras disfrutas de un día de celebración, el estómago está trabajando horas extras intentando digerir todo lo que has comido. Y, ¿conoces esa sensación de somnolencia que sientes después de haber comido en exceso? Puede ser la manera que tiene el estómago para informar al cerebro de que necesita un descanso. Por esa razón este año, necesitas pensar antes de darte el atracón:

En un día normal, no llenarías tanto tu plato de comida, te saltarías el postre y tomarías una ensalada de acompañamiento. Entonces, ¿porque en las celebraciones es diferente?

Los desencadenantes ambientales juegan un papel crucial aquí. Nuestros hábitos alimenticios son diferentes cuando estamos rodeados de personas que cuando estamos solos. Ajustarse al comportamiento de los demás es una experiencia gratificante, que te permite adaptarte. En los días de fiesta es normal sentarse a la mesa todo el día, disfrutando de tanta comida como sea posible. Como queremos adaptarnos a las circunstancias, olvidamos nuestro comportamiento normal y adoptamos las formas de alimentación asociadas con la ocasión, que en este caso es comer… y mucho. ¿Por qué parar cuando todo el mundo continua socializándo mientras ataca el siguiente plato de comida? Aquí te contamos por qué:

Tu organismo está sobrecargado

Además del obvio aumento de peso que implica comer más calorías de las que puedes quemar, comer en exceso puede dañar tu organismo de otras maneras. Los problemas digestivos y la hinchazón no solo son incómodos y es probable que acaben con el resto de tus planes para la noche, deberías tener en cuenta más cosas. Piensa en el proceso de digestión: se tarda una media de 1 a 3 horas en digerir la comida. Ahora piensa en cualquier comilona habitual. Es probable que comas de 3 a 4 veces más de lo normal, por lo que la digestión podría tardar de 9 a 12 horas. Esto significa que tu organismo está trabajando más duro, y por más tiempo. El corazón necesita bombear más sangre al estómago y a los intestinos para digerir la gran cantidad de alimentos. Y esa sensación gaseosa que muchos experimentan después de comer en exceso está causada por la comida, que es más difícil de digerir deslizándose hacia el colon y comenzando a fermentar, no es agradable, ¡pero es algo que debes saber!

Cuando dejas el tenedor y te levantas de la mesa

En algún momento, el cuerpo indicará que es suficiente. Después de la copiosa cena de Navidad por ejemplo, el parasimpático, parte del sistema nervioso vegetativo, se activa y estimula el cuerpo para digerir la comida y el resto. Esta función se puede resumir con los verbos “descansar y digerir”. Y aún más… las células del páncreas producen la hormona insulina, que a su vez conduce a un aumento en la melatonina y en la serotonina, hormonas que te hacen sentir tan somnoliento como feliz. También puedes tener dificultades para mantener los ojos abiertos gracias a un aumento en los niveles de glucosa de los alimentos que has ingerido. Esto puede interferir con las neuronas en el cerebro que normalmente producen orexina, proteína responsable de mantenerte despierto y en alerta, especialmente importante si eres el afortunado conductor que tiene que ponerse al volante el día de la celebración. Piensa en la comida como si fuera alcohol, existe un límite y no deberías sobrepasarlo si luego quieres conducir.

¡Celebra y sé agradecido, no avaricioso!

Tenemos buenas noticias: puedes seguir asistiendo a banquetes y celebraciones sin que acabes comiendo en exceso. Suena imposible, ¿verdad? Este año, escucha a tu cuerpo. Cuando tengas que desabrocharte el botón superior de los pantalones, es hora de parar. O al menos es hora de hacer una pausa. Toma algo de aire fresco y ve a dar un paseo alrededor de tu casa. Si te toca hacer la cena, coloca las fuentes en la cocina y fuera de la vista. Utiliza platos más pequeños y evita la comida para picar, esto siempre nos hace comer más rápido y mucho más. Sin estrés, tómate tu tiempo, disfruta del día sin comer hasta reventar y luego no tendrás que arrepentirte por la tarde-noche.