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Redefinir la fortaleza

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A menudo pensamos que ser «fuerte» depende de nuestra fuerza física, velocidad o resistencia, y que lo logramos al correr maratones, levantar pesas o estar en los primeros puestos de la tabla de clasificación. Por supuesto que todo esto es importante, pero solo roza la superficie de su definición.

Es complicado explicar el significado de fortaleza. La Real Academia Española la define como «vigor, robustez y capacidad para mover algo o a alguien que tenga peso o haga resistencia», pero sabemos que hay mucho más en este término. Y por esta razón, vamos a redefinirlo.

Para ser fuerte, hay que ser constante.

La constancia tiene un impacto más significativo que cualquier otra cosa. Es mucho más poderosa que la fuerza física y la velocidad y te llevará mucho más lejos que la resistencia y el talento.

Muy pocas personas son realmente constantes, ya que la gran mayoría permite que la falta de progreso, el miedo al fracaso o la arrogancia obtenida por sus logros junto con una ilusión de «seguridad» repercuta en la motivación para continuar desafiándose a sí mismas. La capacidad de aislarse de las distracciones y de seguir esforzándose es fundamental. Eso es la constancia. Esa es la verdadera definición de fortaleza.

La fortaleza es lo que haces todos los días

Ser fuerte no se reduce a un solo logro. La fortaleza es la rutina continua y diaria de dar lo mejor de ti para alcanzar tu objetivo, y de seguir dando más de ti una vez lo has alcanzado.

Es enfrentarse diariamente a «pequeñas» decisiones y elegir la correcta. ¿Levantarse o quedarse en la cama? ¿Agua o refresco? ¿Salir a correr o a cenar? ¿Las escaleras o el ascensor? ¿Ver una película o dormir? La mayoría de la gente piensa que estas decisiones no tienen un impacto significativo, pero con el tiempo, marcan la diferencia.

La fortaleza es admitir la debilidad

El mayor malentendido es que la fortaleza no permite mostrar debilidad. Eso no es fortaleza, sino sabotaje. Te hemos dicho que para ser fuerte, la constancia es fundamental. Y para ser constante, se necesita un desarrollo sostenible: la capacidad de llevar tu cuerpo a su límite, pero también de darle el descanso que necesita para hacerlo.

Es experimentar un momento de debilidad en la vida cotidiana y tener la capacidad de no dejar que te afecte. ¿Te has saltado la dieta, has hecho una sesión de entrenamiento fácil o no has alcanzado un PB? Si tienes la capacidad mental para evitar que esto te afecte, porque al final del día sabes que mañana regresas a tu rutina, entonces… ¡eres fuerte!

La debilidad no significa derrota. La debilidad es el momento después de haber dado lo mejor de ti y el momento antes de dar un poco más. ¿Quieres ser fuerte? Entonces a veces necesitas ser débil.

La fortaleza es una forma de pensar

Por último, la fortaleza no es lo que sucede en el gimnasio o durante un entrenamiento al aire libre. No es el resultado de una competición, de una comparación o de una carrera. La fortaleza está en tu mente. Solo tú puedes determinar lo fuerte que eres. Y si alguien lo cuestiona o lo pone en duda, solo tú sabes la verdad. Al final, eso es lo que importa.

A diferencia del tiempo, del peso o de la distancia, la fortaleza no puede medirse o fingirse. Es un poder. Una emoción. Un sentimiento. Un aura. Es el resultado a largo plazo del trabajo duro y continuo; de la concentración y la determinación que demuestras a diario. Es la voluntad de no rendirte nunca. De aceptar los contratiempos, de no exigirte en exceso y de ser capaz de admitir tus debilidades. Porque al final del día, sabemos que nada de esto significa tirar la toalla, sino la preparación para ir siempre un paso más allá.

Eso es fortaleza.